La Alhambra

Siempre soñé con tener una alberca integrada en la naturaleza y enmarcada con una cenefa de ladrillos como en la Alhambra, donde fluyera el agua en constante movimiento.

Estamos en mi alberca de agua viva, donde el agua helada siempre está de paso, como nosotros. Entra y sale, volviendo a la riera que la nutre, donde crecen los árboles de membrillo que inauguran la floración de los frutales.

En uno de sus laterales, masas de kniphofia y gramíneas dan paso al bosque de quejigos en la ladera de la montaña, al otro lado de la valla, que parece una prolongación del terreno y encarna mi idea inicial de un jardín sin límites.

Bienvenidos a la alhambra